Algunas tardes, casi al
anochecer, desde la Chaparra se ve la silueta de las montañas del norte de África.
Entonces pienso en lo que hay allí, al otro lado, allí, más allá del mar; otra
cultura, otra religión, otros vestidos, otros colores, otras músicas, otros
aromas. Pienso, entonces, en el Mediterráneo como una gran frontera que separa
dos culturas muy diferentes. Pero, en ese momento, justo en ese instante, el
sonido del agua por la acequia me recuerda que durante mucho tiempo esa cultura
fue también la cultura de esta orilla, la cultura de esta tierra, enumero el
sinfín de cosas que han quedado aquí de aquella época, la Alhambra, nuestras
acequias, la arquitectura alpujarreña, muchos vocablos de nuestro lenguaje…. Inmediatamente,
mi pensamiento se va mucho mas atrás en el tiempo y se imagina las guerras y
los intercambios de fenicios y cartagineses con los romanos; y me doy cuenta
que empecé viendo el mediterráneo como una frontera y lo he terminado
entendiendo como un camino. Entonces, me pregunto ¿por qué hay tantísima gente
que solo lo ve como frontera? O, mejor dicho, ¿Es el mar la frontera o lo es la
pobreza? ¿Hay mayor frontera, hay algo que separe mas a los seres humanos que
la diferencia de riqueza y de oportunidades? ¿Alguien entiende, si no, que tantas
personas se jueguen su vida en el mar por alcanzar la otra orilla, por llegar a
una cultura que no es la suya? ¿Hay algo que lo explique que no sea la
necesidad de huir de la pobreza?
El Mediterráneo no nos separa,
nos une en una historia y culturas que se han ido enriqueciendo a lo largo de
los siglos. Ojalá la riqueza y la pobreza dejen de ser frontera pronto. Ojalá,
pronto se entienda, para que el Mediterráneo sea camino y no frontera
1 comentario:
yo creo que las personas que se juegan la vida al cruzar lo ven como la tierra prometida,pero ya no lo es tanto.
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