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sábado, 4 de febrero de 2017

Barrabás

Siempre he pensado que no tiene mas razón quien grita mas alto. Es más, vivo convencido de que quien mas razón tiene, quien mas verdad dice, quien mas seguro está de sí mismo y sus opiniones, huye del ruido porque el ruido distrae a quien escucha, el ruido entorpece el mensaje, lo desfigura y resta atención a los contenidos.

Vivo, desde siempre, en desconfianza permanente de los vocingleros pues tengo el convencimiento de que, precisamente, hacen ruido para distraer, para distorsionar, para tensionar el ambiente y generar un clima que impida el debate sosegado de ideas, datos y argumentos en el cual, seguro, seguro, se saben perdedores.

Lo mismo me sucede con los insultos. Huyo de ellos y de quien los utiliza. En una sociedad donde tenemos educación obligatoria hasta los dieciséis años, nadie puede tener la excusa de no haber aprendido formas de expresión oral y escrita que le permitan defender sus posiciones sin tener que recurrir al insulto. Además, el respeto se debe llevar aprendido de casa. Todos conocemos  a muchas personas mayores que, desgraciadamente, no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela y son ejemplos de respeto, civismo, empatía y humanidad.

Si el insulto es proferido por alguien que tiene cultura, lectura y estudios universitarios, tiendo a pensar que su utilización responde al afán de hacer daño y quien quiere hacer daño, es que tiene maldad, y de la maldad no puede salir nada bueno.

Unido a lo anterior, solemos encontrar a la mentira. Sí, a la mentira, no a la posverdad ni ningún eufemismo por el estilo. Hay cosas que son verdad, hay cosas que son mentira y hay cosas que son opinables. Podemos tener preferencias por una estación del año u otra, podemos poner sobre la mesa mil argumentos de por qué nos gusta mas el verano o el otoño, podemos sacarle mil defectos al invierno; pero nunca podemos decir que hoy, día cuatro de febrero, en España es verano porque eso es, simple y llanamente, mentira. Ni posverdad, ni ningún otro palabro inventado.  Una mentira es, sencillamente, mentira y quien miente, un MENTIROSO. Si además, quien miente, lo hace dando muchas voces, insultando y calumniando; lo siento, pero a mí no me convence.

En fin, que habiendo  estado toda la vida muy seguro de esto, esta semana he empezado a darle vueltas a la cabeza no sea que me haya equivocado. No sea que quien grita, insulta y miente tenga razón. Porque si Trump gana las elecciones en USA, Le Pen está a un paso de ganarlas en Francia y Maduro sigue en Venezuela; y no voy a entrar a valorar acontecimientos locales; si hay tantas personas que siguen a los vociferadores de insultos, si se perdonan en las urnas mentiras que se demuestran que lo son. Si se aplaude al que calumnia, si hace gracia que un candidato a la presidencia de USA se mofe de la discapacidad de un periodista, del físico de una mujer y todo lo que él quiera. Si la mayoría de la gente apoya a personajes de este tipo, en youtube, facebook y twitter; puede ser que tengan razón… Pero, andando en estas vueltas, me vino a la memoria el episodio aquel de los evangelios en el que Pilatos pregunta al pueblo si salva al Nazareno o Barrabás. El pueblo, en la plaza, gritó exacerbado:
 
-  A Barrabás, a Barrabás, a Barrabás.

Veintiún siglos después y por aquí vamos.

No, si al final, me acabo planteando también lo de la religión….

Mejor dejarlo aquí. Feliz semana.

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