A continuación os reproduzco un magnífico artículo de Manuel Mateo en el que retrata magníficamente a Juan Domingo Santos.
La mirada desatada
Escala y desatino
Manuel Mateo Pérez | Málaga
Actualizado jueves 10/11/2011 17:50 horas
Oigo decir al arquitecto Juan Domingo Santos que su obra, todo cuanto ha hecho hasta ahora, ha nacido de la experiencia, la mirada y la emoción. Se lo oigo decir en La Pedrera, en Barcelona, la escultura habitable que en el paseo de Gràcia construyó Gaudí entre 1906 y 1912, a donde ha venido a explicar el proyecto de la Puerta Nueva de la Alhambra que ha ganado con el portugués Álvaro Siza.
Él es uno de ellos. Todo hombre guarda dentro de sí una obra de arte. Juan Domingo Santos lo comprendió de manos de Joseph Beuys, y una mañana de hace más de veinticinco años se adentró en un lugar que había formado parte de sus sueños de estudiante, orillado a un lado de un tendido ferroviario, allí donde Granada se extiende plana y horizontal.
Ocupó una torre alcoholera abandonada en la Vega y la convirtió en su estudio. Aquel gesto es hoy la crónica heroica de una resistencia, porque si la torre se mantiene en pie, si aquel viejo ingenio de escala humana no ha perdido sus muros, sus techos, sus cimientos, es gracias a que hubo alguien que un día decidió entrar aquí para proteger un lugar en el que desde entonces avenan algunas de las mejores ideas de la arquitectura moderna española. No todo estará perdido, en fin, mientras existan personas que proyecten, que ideen, que creen con el mismo mimo con el que la naturaleza hace germinar la flor del tabaco
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